Dido, la princesa fenicia que fundó y reinó en Cartago.

Elisa de Tiro, la reina Dido.

Elisa de Tiro, la reina Dido.

La fundación de grandes ciudades (como Roma) están plagadas de mitos, sin embargo detrás del mito de la fundación de Cartago, en el actual Túnez,  existe una historia veraz que es la de la reina Dido, también conocida como Elisa de Tiro. El relato de su vida se mezcla con la leyenda de un amor imposible.

Elisa nació en Tiro (ciudad fenicia) en el siglo IX a.c., era hija del rey Belo, también conocido como Muto. Tenía dos hermanos: Pigmalión, que heredó el trono de Tiro, y la pequeña Ana.

Al llegar Pigmalión al trono se hizo con todo el poder de la ciudad fenicia,  obligó a su hermana a casarse con Siqueo, un sacerdote del templo de Melkart (dios relacionado con Hércules) en Tiro. Pero la intención del nuevo rey no era la que su hermana Elisa se esperaba. Como sacerdote, Siqueo había conseguido reunir un vasto tesoro que Pigmalión envidiaba y pretendía poseer, el problema era que nadie más que el sacerdote conocía su paradero. Pigmalión creyó que la forma más fácil de averiguarlo era mediante el matrimonio de su hermana, aunque ella no sabría de estas intenciones hasta más adelante. Elisa no amaba a Siqueo, aunque se sabe que éste a ella sí y por ello acabó sintiendo especial cariño por él. Un tiempo después de su matrimonio, Pigmalión le comentó a su hermana que sería conveniente saber dónde se escondían las riquezas de Siqueo.

Entendiendo que había sido utilizada, Elisa receló de las intenciones de su hermano, por lo que urdió un plan para escapar de la codicia de éste. Sabiendo que el tesoro estaba enterrado en el jardín del templo, mintió a su hermano asegurándole que estaba debajo del altar.

Esa misma noche, Pigmalión envió unos sicarios a matar a Siqueo, su propio cuñado. Tras asesinarlo, comenzaron a cavar debajo del altar. Elisa viendo a su marido asesinado, corrió al jardín y desenterró el tesoro. Con él en su poder fue a por su hermana pequeña Ana  y pidió a  un séquito de doncellas que la acompañara. Con todas estas mujeres y ayudada por amigos de Siqueo que sabían de lo ocurrido, huyó de Tiro hacia África.

Elisa llegó a las costas nortes de África en el  830 a.C., allí encontró a los gétulos, una tribu de libios cuyo rey era Jarbas. Pidió hospitalidad y un trozo de tierra para instalarse en ella con su séquito. Jarbas, viendo al grupo de mujeres que la acompañaba,  le expuso que le daría tanta tierra como ella pudiera abarcar con una piel de buey. En un alarde de inteligencia, y a fin de que la piel abarcara la máxima tierra posible, Elisa la hizo cortar finas tiras y así consiguió rodear un extenso perímetro. Tras esto hizo erigir una fortaleza llamada Birsa, que más tarde se convirtió en la ciudad de Cartago o Qart-Hadašh (que en fenicio significaba «Ciudad Nueva»), sobre un promontorio existente entre el lago de Túnez y la laguna Sebkah er-Riana, que por aquel entonces desembocaba en mar abierto. Tras esto Elisa se nombró a sí misma Reina de la Ciudad Nueva y los indígenas africanos le dieron el nombre de Dido.

Poco sabemos de su reinado. Aunque conocemos su muerte, sobre la que hay dos versiones ya que en ellas es donde comienza a mezclarse la realidad con la leyenda:

Muerte de Dido

Muerte de Dido

En la versión más clásica, Jarbas (rey de los gétulos) quiere casarse con ella, pero Dido es todavía fiel al recuerdo del difunto Siqueo. Pensando que si rechazaba a Jarbas éste tomaría represalias contra ella y su nuevo pueblo, acepta el enlace, pero el día de la boda, antes de celebrarla, Dido se hunde un puñal en el pecho. Éste sería el modelo de los sacrificios que los cartagineses ofrecerían en el tofet en años posteriores.

La segunda versión, más mitológica, es la que aparece en la Eneida de Virgilio: Júpiter[1]  había mandado a Eneas a fundar una ciudad en el Lacio, que posteriormente se convertiría en la cuna de la poderosa Roma. Eneas, huyendo de Troya para cumplir esta misión,  llega a la costa de Cartago y conoce a Dido. La reina había jurado mantenerse fiel a su difunto marido Siqueo, pero nada puede hacer, alentada por su hermana Ana y rendida por la intervención de Cupido. Dido y Eneas se enamoran. Venus[2]  acuerda con Juno[3]  propiciar que Dido y Eneas se casen y reinen juntos en Cartago. Juno,  así lo deseaba por el rencor que tenía contra los troyanos desde la famosa Guerra de Troya, de este modo se vengaba de Troya, consiguiendo que Eneas nunca llegue a fundar la que en el futuro será la gloriosa estirpe romana. Venus, sabiendo cuál es el verdadero destino de su hijo, finge aceptar el trato para que los favores de Dido ayuden a su hijo. Así pues, Juno manipula los acontecimientos para que en Cartago se organice una cacería, durante la cual desata una tormenta que obliga a Dido y a Eneas a cobijarse en una cueva cuya entrada custodia un tronco. Esa noche yacen juntos, momento a partir del cual se recrean largamente en los placeres del amor y pasan un tiempo juntos. Ante el evidente retraso, Júpiter decide actuar y manda a Eneas un mensajero para que le recuerde que aquella no es la misión que él le ha encomendado, debe partir hacia Italia cuanto antes. El héroe, pese al dolor que le ocasiona, obedece la voluntad divina y deja Cartago. Eneas embarca con su gente y Dido corre a convencerle, en vano, de que permanezca a su lado. Pero siguiendo las órdenes del dios, finalmente le ve partir. Dido intenta olvidar a Eneas con la ayuda de su hermana Ana, pero es incapaz de hacerlo, por ello ordena levantar una gigantesca pira, donde se disponen la espada del héroe, algunas ropas suyas que habían quedado en palacio y el tronco del árbol que custodiaba la entrada de la cueva donde se acostaron por primera vez. Al amanecer, la reina subió a la pira y se hundió en el pecho la espada de Eneas. Tras su muerte, su hermana Ana, que había intentado disuadirla del suicidio, ordena a su vez prender la pira funeraria. Desde ese momento arranca el histórico odio de Cartago hacia Roma.

Sea cual fuere su final, tras su muerte fue venerada como una divinidad y la historia de esta reina que llegó a África como una exiliada y consiguió fundar la ciudad de Cartago la ha convertido en leyenda.

NOTA: En el posterior capítulo de la Eneida, cuando Eneas desciende al Infierno con ayuda de la Sybilla de Cumas, la encuentra vagando por los Prados Asfódelos, entre los muertos por amor. Comprendiendo entonces que la reina había cometido suicidio a su partida, trata de explicarle con gran pesar que él no quería abandonarla, que los dioses habían labrado así su destino. Pero el fantasma de Dido parece no poder escucharle y continúa su absorto camino tras la sombra de Siqueo.

 

[1] Rey de los dioses, equivalente a Zeus

[2] Diosa del amor y madre de Eneas

[3] Diosa del matrimonio, esposa de Júpiter y reina de los dioses. Odiaba a los Troyanos por sus ofensas hacia ella.

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